Cazadores
Sé
que hay cazadores sensibles y amantes de los animales. Lo sé porque me lo han
dicho gente fiable, y me lo creo de la misma manera en que creo en la
existencia de los agujeros negros, aunque jamás los haya visto y me resulten
difíciles de comprender. Lo que mis ojos contemplan y mi corazón entiende, en
cambio, es una realidad muy diferente. Yo lo que he visto son hordas de tipos
disfrazados de rambos de guardarropía
que transportan a sus pobres perros en indignos remolques en los que los
animales no pueden ni ponerse de pie. Estas Navidades, paseando por el Canal de
Castilla, en Palencia, caímos sobre un grupo así. Eran cinco o seis tíos con
sus grotescas vestimentas medio militares, sus perros a los pies y sus
escopetas preparadas. Rodeaban en silencio una mata de arbustos de no más de
cuatro metros de diámetro. Sin duda esperaban que saliera una pieza, un
animalillo forzosamente pequeño y tal vez ya herido que se había refugiado allí
dentro, aterrorizado, con el corazón retumbando en el pecho. Era evidente que
el bicho estaba perdido. Deben de sentirse muy valientes estos esforzados
cazadores tras acosar y abatir, media docena de ellos y con armas de fuego, a
un animal indefenso y tembloroso.
Y aún hay algo peor. Mucho peor. Acaba de
terminar la temporada de caza y ya empiezan a aparecer. Hablo de los galgos
ahorcados, de los bosques fantasmales súbitamente llenos de perros torturados.
Y saben, los ahorcan para no gastar ni siquiera una bala con ellos. Y, para
divertirse, les dejan con las dos patas traseras apoyadas en el suelo, de modo
que el tormento se prolonga. A veces tardan días en morir. “Ya he puesto a
bailar a mis perros”, suelen decir, jocosos. Un pobre animal, con el cuello
atrozmente cortado por la cuerda con la que intentaron matarlo, ha estado
deambulando por el pueblo de Gerena durante varios días sin que nadie, ni los
vecinos ni el Ayuntamiento, hiciera nada por aliviar su agonía. ¿Será quizás un
pueblo de cazadores? De los malos cazadores, no de los buenos que me dicen que
existen. Sólo en Extremadura hay nueve mil galgueros y cada uno tiene entre
quince y veinte perros. Cuánto horror, cuánto sufrimiento innecesario, qué
clamoroso silencio el de las víctimas.
Rosa Montero. El País.
COMUNICACIÓN (4.5P)
1. Haz un comentario de texto del
fragmento que se propone contestando a las preguntas siguientes:
· Enuncia el
tema (0.5 puntos).
2. Redacta un
resumen del contenido del texto (1 punto).
3. El maltrato
animal . Posiciónate ante este tema.(1 punto). Mínimo 10 líneas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario