Eso no es nada especial, dirá, quizás, algún
lector; cualquiera sabe escuchar. Pues eso es un error. Muy pocas personas
saben escuchar de verdad. Y la manera en que sabía escuchar Momo era única.
Momo sabía escuchar de tal manera que a la gente tonta se le ocurrían, de
repente, ideas muy inteligentes. No porque dijera o preguntara algo que llevara
a los demás a pensar esas ideas, no; simplemente estaba allí y escuchaba con
toda su atención y toda simpatía. Mientras tanto miraba al otro con sus grandes
ojos negros y el otro en cuestión notaba de inmediato cómo se le ocurrían
pensamientos que nunca hubiera creído que estaban en él.
Sabía escuchar de tal
manera que la gente perpleja o indecisa sabía muy bien, de repente, qué era lo
que quería. O los tímidos se sentían de súbito muy libres y valerosos. O los
desgraciados y agobiados se volvían confiados y alegres.
Y si alguien creía que
su vida estaba totalmente perdida y que era insignificante y que él mismo no
era más que uno entre millones, y que no importaba nada y que se podía
sustituir con la misma facilidad que una maceta rota, iba y le contaba todo eso
a la pequeña Momo, y le resultaba claro, de modo misterioso mientras hablaba,
que tal como era sólo había uno entre todos los hombres y que, por eso, era
importante a su manera, para el mundo.
¡Así sabía escuchar Momo!
En este enlace podrás ver un vídeo sobre la escucha activa.
https://www.youtube.com/watch?v=la1F2U7YZTY
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