jueves, 15 de octubre de 2015

Métrica italianizante


Anónimo sevillano,
probablemente Fernández de Andrada  

Fabio, las esperanzas cortesanas
prisiones son do el ambicioso muere
y donde al más astuto nacen canas.

El que no las limare o las rompiere,
ni el nombre de varón ha merecido
ni subir al honor que pretendiere.


Pura, encendida rosa,
émula de la llama
que sale con el día,
¿cómo naces tan llena de alegría
si sabes que la edad que te da el cielo
es apenas un breve y veloz vuelo,
y ni valdrán las puntas de tu rama
ni tu púrpura hermosa
a detener un punto
la ejecución del hado presurosa?
El mismo cerco alado
que estoy viento rïente
ya temo amortiguado,
presto despojo de la llama ardiente.


En tanto que de rosa y de azucena
se muestra la color en vuestro gesto,
y que vuestro mirar ardiente, honesto,
con clara luz la tempestad serena;

y en tanto que el cabello, que en la vena
del oro se escogió, con vuelo presto
por el hermoso cuello blanco, enhiesto,
el viento mueve, esparce y desordena:

coged de vuestra alegre primavera
el dulce fruto antes que el tiempo airado
cubra de nieve la hermosa cumbre.

Marchitará la rosa el viento helado,
todo lo mudará la edad ligera
por no hacer mudanza en su costumbre.

IV
Donde espumoso el mar sicilïano
el pie argenta de plata al Lilibeo
1
(bóveda o de las fraguas de Vulcano,
o tumba de los huesos de Tifeo),
pálidas señas cenizoso un llano
-cuando no del sacrílego deseo del
duro oficio da. Allí una alta roca
mordaza es a una gruta de su boca.

Notas:
1. La metáfora se inspira en la acción de abrillantar los zapatos de una persona mientras los lleva puestos.
Reordenación de la estrofa:
Donde el mar siciliano, espumoso, argenta de plata el pie al Lilibeo (bóveda de las fraguas de Vulcano o tumba de los huesos de Tifeo), un llano da, cenizoso, pálidas señas del duro oficio, cuando no del sacrílego deseo. Allí
una alta roca es mordaza de su boca a una gruta.

Explicación:
En el extremo occidental de la isla de Sicilia hay un promontorio llamado Lilibeo. Más hacia el este se alza el Etna. Hay varias leyendas mitológicas que pretenden explicar la actividad volcánica del Etna. Según una de ellas, el volcán era la chimenea de la fragua de Vulcano, situada bajo la isla. Vulcano forjaba en su fragua los rayos que lanzaba Júpiter durante las tormentas. Según otra leyenda, antes de que el hombre poblara la Tierra ésta la habitaban por los gigantes, que trataron de escalar el monte Olimpo, la morada de los dioses, para dominarlo también, pero fueron aniquilados. Uno de ellos, Tifeo, fue sepultado vivo por una gran roca que le lanzó Júpiter, roca que se convirtió en la isla de Sicilia y el Etna era el respiradero por donde el gigante exhalaba su aliento. Así pues, las erupciones del Etna eran los escupitajos de fuego que lanzaba el gigante de pura rabia.
El llano, con sus cenizas, da muestras de la actividad del Etna, es decir, señas del duro oficio (el oficio de herrero de Vulcano) o del sacrílego deseo (que tuvieron Tifeo y los demás gigantes de invadir el Olimpo). Pálidas puede entenderse como débiles (pálidas señas = débiles indicios) o bien como lúgubres, pues en la literatura latina es habitual calificar a la muerte como pálida. Así, pálidas señas = señales de muerte. Los últimos versos significan que una roca hace de mordaza a la boca de una gruta (es decir, la cierra).


Qué descansada vida
la del que huye el mundanal ruïdo
y sigue la escondida
senda por donde han ido
los pocos sabios que en el mundo han sido!       5

  Que no le enturbia el pecho
de los soberbios grandes el estado,
ni del dorado techo
se admira, fabricado
del sabio moro, en jaspes sustentado.

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